Creo que todos, sin excepción, cuando nos hacemos más o menos conscientes de nuestra vida, imaginamos todas las cosas que deseamos hacer, lugares qué visitar, experiencias qué vivir. Llenos de sonrisas, de caras nuevas, de amores y sueños por realizar. Sin embargo, me atrevo a asegurar que para la mayoría de nosotros, ese viaje no incluía paradas tristes, retos inalcanzables y mucho menos una pandemia como esta.
Conversando con mi madre y mi hermano, escuchando a amigos y familiares, y viendo en los noticieros lo que está ocurriendo alrededor del mundo, se siente una angustia en el ambiente. Ahí está, debajo de toda la parte médica.
¿Y ahora qué? es lo que nos preguntamos; ¿qué pasará con nuestros trabajos? ¿Qué pasará con nuestras rutinas? ¿Qué pasará con la forma en que solíamos vivir que por ahora ya no existe? ¿Continuará ahí después de que todo esto pase?
Todas nuestras emociones están a tope: estamos más irritables, susceptibles y sensibles. La realidad es que hay una situación que te limita físicamente y una amenaza que deseas no te alcance. Por ello, es correcto que te dejes sentir lo que sea que estés sintiendo y lo expreses. Ahora no es momento para hacerse el valiente o el más resistente, es momento de reconocerte vulnerable y pedir ayuda –o dejarte ayudar– es momento de respetar lo que estas sintiendo y reconocerlo.
He escuchado a personas juzgar el comportamiento de otros ante esta situación, hacer bromas para aligerar la carga, quejarse de las limitaciones o expresar su temor; pero pocas, muy pocas son las personas que he escuchado cuestionarse el cómo llegamos a esto, qué es lo que estamos aprendiendo a nivel personal y como sociedad, qué es lo que nos está mostrando toda esta experiencia…
Estamos aprendiendo de primera mano cómo se ve aquella verdad universal de que todos somos uno. Sí, ya no es algo que te dicen en las lecciones de superación personal, o sacado de alguna lectura religiosa. ¡Es una realidad! Si te contagias tú y no te cuidas contagias a otras personas más, y esto nunca acaba; pero si te cuidas y cuidas a otras personas, esto llega a su final.
Estamos re-conociendo los valores que habíamos perdido, la cercanía con la familia, el tiempo para compartir juntos, el valor de cuidarnos entre todos y de cooperar con todos.
Estamos enfrentando el cambio en la manera de hacer las cosas, adaptándonos a las nuevas tecnologías, viendo cómo los esquemas tradicionales financieros y de negocios se están forzando a cambiar y a adaptarse a nuevas necesidades y realidades. Ejemplos de ello son el teletrabajo, clases online o buscar nuevas maneras de hacer negocios. Esta parte nos va a requerir de esfuerzo, creatividad y apertura a nivel personal.
Estamos viendo cómo la naturaleza descansa, cómo hay más pájaros cantando y alegrando el día, cómo el cielo está más limpio y cómo la tierra parece tomar un respiro de tanto abuso y falta de cuidado con la que la hemos tratado.
Estamos viendo contrastes: por un lado oleadas de actos de amor y gracia en la ayuda que se presta a los que están en una situación de desventaja, en apoyo a los que nos permiten seguir a flote (cuerpo médico, estamentos de seguridad, bancos, líneas de abasto de alimentos, transporte, empresas de entrega a domicilio); y por otro lado, la corrupción, el sacar ventaja, la falta de consciencia en los que no acatan las medidas de prevención.
Nada queda escondido ya, todo está ahí en pantalla grande y alta definición para que no perdamos detalle.
¡Claro que hay ansiedad y temor! Yo lo siento y sé que la realidad a la que vamos a regresar va a ser distinta, tiene que ser distinta, pero eso no significa que vaya a ser mala. Todo lo nuevo, lo que no conocemos, nos atemoriza y nos saca de balance. De nosotros depende aprender bien la lección para regresar a una realidad más humana, más solidaria y más consciente de nosotros, de la naturaleza y de que no hay nada, absolutamente nada que hagamos que no nos afecte a todos.
Antes de decirte hasta luego, quiero compartirte una bendición que encontré justo hoy:
“Un rayo de luz sale a través de nubes de incertidumbre transformando la oscuridad en luz.
Un nuevo día nace y los primeros retoños de la primavera aparecen.
Estas siendo bendecido con el nacimiento de algo nuevo.
Con esta bendición empieza una nueva estación de tu vida”.