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El milagro que todos estamos esperando

¿Cómo se hace para “ganarte” un milagro? ¿Puedo yo generar milagros para mí o para otros? ¿Existen realmente los milagros? En circunstancias normales quizás nos hayamos hecho alguna de estas preguntas. En el momento actual, es muy posible que resuenen en nuestras mentes y corazones de alguna manera más apremiante, pero ¿realmente existen los milagros?

En las noticias, películas o en alguna que otra historia de los abuelos –sin contar las que nos muestran los textos religiosos– es común ver aquella gran hazaña, humanamente impensable y físicamente no viable en donde alguien se salva de un gran peligro, soluciona una situación límite de la noche a la mañana o consigue dar ese giro a su vida que lo coloca del otro lado de la barda.

Todos esperamos ese milagro con producción de Hollywood. Uno muy grande, que solo las “personas dignas” pueden acceder a él y que nunca nos pasaría al común de los mortales. En lo personal, considero que hay diferentes tipos de milagros, solo que no nos damos cuenta. ¿Por qué?

En primer lugar, tendemos a pensar que los milagros son exclusivistas, es decir, que pertenecen a una religión, tipo de persona, estrato social, condición socioeconómica o género especial.

En segundo lugar, ¿qué es para ti un milagro? ¿Es llegar a la tienda justo antes de la hora de cierre para poder comprar aquello que te urgía? ¿Es que un enfermo grave se cure de la noche a la mañana? ¿Es salvarte de un accidente inminente por segundos? ¿Es lograr que se pararan los incendios en Australia? ¿Sería encontraran la cura para esta pandemia? ¿Qué es para ti?

En realidad, todos podemos recibir y generar milagros. Sí dije “generar” milagros. Para mí en esencia, un milagro es cualquier sincronía, “casualidad” o acción cuyo resultado es restaurar en nosotros un sentimiento de paz, salud, confianza, armonía o Fe.

Ahora, hay milagros sumamente espectaculares en donde no se puede negar que hay una Fuerza Superior que no siempre vamos a entender, ni tenemos por qué hacerlo; pero en la mayoría de las ocasiones los milagros hablan bajito y se dan a través de “mensajeros” que nos encontramos en el camino cuando menos los esperamos.

Todos los días estamos rodeados de todo tipo de milagros, desde los muy chiquititos a otros grandes, pero quizás no estamos prestando la suficiente atención para verlos, precisamente porque los estamos encasillando a través lo que nos imaginamos que “deben ser” y nuestro sentido de merecimiento.

En esta época donde las distracciones se han reducido y todos nos encontramos emocionalmente más abiertos, podemos sintonizar mejor con esta frecuencia de los milagros y apreciarlos.

El milagro de encontrar nuevas alternativas de hacer las cosas, el milagro del tiempo en familia, el milagro de los voluntarios ayudando a las comunidades, el milagro de la naturaleza que se recupera, el milagro de aquel que le ayuda a una persona mayor a traerle el supermercado.

Llegó el momento de darnos cuenta que ese milagro que todos estamos esperando está en nosotros mismos. Cada uno de nosotros puede generar milagros a través de sus acciones y de la actitud que toma ante lo que la vida presenta.

Todos somos merecedores de milagros, todos somos generadores de milagros y todos podemos sentir esa magia al presenciarlos o saber de ellos. ¿Cuál es entonces la dificultad para hacer que estos pasen?

Pues bien, para activar el switch milagroso en ti lo que se requiere es un cambio de actitud y de consciencia… ¡esa es la parte que nos cuesta! Para actuar en modo milagro se requiere pensar desde un lugar donde no hay juicios, hacia otros o hacia ti mismo, donde lo que realmente importa es ayudar a otros sin pensar en la recompensa o reconocimiento que eso te pudiera generar o bien si han hecho algo para merecerlo.

No estamos hablando de los extremos de dar todo por los demás aún a costa tuya, tampoco estamos hablando de dar todo lo que las personas piden, estamos hablando de un sano balance y de comenzar a pensar bajo la premisa de que todos somos uno.

Esta nueva realidad a la que estamos siendo llevados, también nos está llevando a cambiar no solo nuestras rutinas, sino también nuestro interior. La forma de relacionarnos y de entendernos el uno al otro necesita ser cambiada en beneficio de todos. Lo que yo deseo para mí lo hago con los demás, lo que me lastima y me desagrada no lo hago a los demás.

Te invito a ser un generador de milagros, te invito a que pongas una sonrisa en la cara de alguien o en la tuya. No necesitas de mucho, una palabra o gesto amable cuando esperas en la fila, ayudar a tu vecino, compartir con otros, llamar a aquella persona que sabes está sola y conversar un ratito con ella, rescatar un animalito y ofrecerle un hogar, tratar de cuidar el medio ambiente dejando de tirar basura en la calle.

Ves, no se necesita mucho. ¿Te atreves a intentarlo?