“Imagina que existe una capa protectora que cubre a las personas, como el teflón, su función es evitar que cada cosa que enfrentan –emociones, situaciones, cosas del día a día- les afecte robándoles la calma. Tú no la tienes, necesitas construirla”. Eso fue lo que me explicó mi psicóloga, ayudándome a comprender por qué me afectaban tanto las cosas.
Hay personas que, por naturaleza, son más sensibles a lo que les pasa. En algunos casos los llamarán empáticos, o sea que sienten en sí mismos las emociones de los demás; en otros casos les dirán que tienen alma de artista, pues ellos se caracterizan por ser altamente sensibles a fin de poder canalizar su arte y expresarlo; o bien solo les dirán que son muy sensibles a todo.
La definición no es importante. Cuando eres altamente sensible, cada cosa que te pasa llega directo a tu corazón y por lo general nos deja descolocados por un buen rato. Lo único que ves son reacciones que parecen ignorar o burlarse de esa sensibilidad. ¿Cómo manejar esa característica de tu personalidad?
En lo personal, me tomó un tiempo entender esto. Si alguien me hablaba de manera seca sentía que estaban molestos conmigo. Si expresaba una idea y era criticada me ponía muy nerviosa pensando que lo que decía no tenía validez. Si yo era atenta con alguien y no veía la reacción de aprecio que esperaba pensaba que me hacían un desaire. Era una combinación de todos contra mí y que nunca sería suficientemente buena, inteligente, bonita, simpática, etc. Coloca los adjetivos que gustes.
Hacerte de esta capa de teflón es saber qué dejas pasar, qué tanto permites que te afecten las personas o situaciones de tu vida y poner todo en su justa perspectiva.
Al construir mi capa de teflón aprendí algunas lecciones muy valiosas que me gustaría compartirte. Recuerda que no hay fórmulas iguales para todos, pero te pueden servir de guía.
La primera lección fue reconocer que era sensible. Cualquier cosa que reprimimos solo la hacemos más grande. Eres una persona sensible y ya. Esto en sí no es malo ni representa una debilidad, lo que lo hace dañino es que dejes que cada estimulo externo controle tu vida.
La segunda lección, abrirme al mundo. ¿Parece contradictorio, verdad? Cuando no tienes esta capa protectora te encierras tratando de protegerte de lo que otros pudieran hacerte o de emociones que no quieres experimentar.
Percibes las cosas desde tu perspectiva solamente, sin pensar que hay más gente que lo ve y lo vive de otra manera. ¿Cuántas veces no has salido de una reunión familiar o de trabajo y entendiendo una cosa mientras que el resto de las personas tienen otra percepción?
Cada quien es diferente y tiene su particular manera de expresar cariño, interés, cansancio, enfermedad, molestia. Si no te abres a conocerlos y saber cómo se expresan, no vas a entender lo que pasa. Las personas normalmente tendemos al pesimismo y lo más fácil es imaginar lo peor, sin que esto sea necesariamente cierto.
La tercera lección, dejar ir la necesidad de control. Mientras más quieras controlar una situación generas mayor tensión creando expectativas de lo que debería ser o pasar y cuando el resultado no es lo que esperabas, entonces te pones mal y te agobias con pensamientos pesimistas sobre lo que dejaste de hacer o hiciste mal, de que no diste lo suficiente, lo que te falto o sobró.
Los imprevistos pasan y cada persona se expresa como es, no como tú quieres o esperas que sea.
Por ejemplo, una persona puede decir “lo siento” bajando la cabeza y murmurar un “discúlpame”; otra lo hará llorando y realmente afectada por haberte lastimado, y quizás habrá una tercera que ni siquiera te lo va a decir, para esta persona no hay nada por lo cual disculparse. ¿Cómo reaccionarias ante esta tercera persona?
Tus opiniones y tus sentimientos son igualmente importantes que los del resto y puedes expresarlos sin miedo. Aprende a defender tu espacio, no dependas que lo haga alguien más, ellos están ocupados con sus propias batallas y miedos.
En la pregunta anterior, quizás la respuesta sea dejarlo pasar pues se trata de una persona de naturaleza agresiva con todos, o puede ser que lo mejor sea expresarle que su reacción te dolió si se tratara de alguien cercano con quien normalmente te llevas muy bien.
El ingrediente principal de esta capa de teflón es usar tu empatía, tu sensibilidad para comprender al otro desde su historia, no para dejarte llevar. La mayoría de las veces su reacción no es personal hacia ti, es solo la forma en que aprendió a expresarse.
El sellado permanente lo dará el saber interpretar lo que pasa a tu alrededor dando un contexto a la situación, viendo todo desde su justa perspectiva. La historia la vivirás de la forma en que elijas interpretarla.