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Cuando llega el turno de decir adiós

En el transcurso de la vida nos toca transitar por varias experiencias, y una de ellas despedirnos de los seres queridos. Hasta hace un par de semanas me había tocado ser la que reconforta a otros que pasan por este momento, pero llegó el turno de despedir a mi papá.

Deseo aprovechar este espacio para compartir parte de lo que para mí ha sido esta experiencia, lo que he aprendido de ella y los detalles que me han ayudado a transitarla en paz y aceptación.

No importa cuántas veces lo veas en otros, no importa cuánto sientas “estar preparado”, no importa bajo qué circunstancia sea, el momento en que recibes la noticia de que un padre – ya sea madre o padre- fallece es algo que te remueve todo, que automáticamente te crea una sensación de vacío enorme y un dolor tan profundo que es muy difícil de describir. Mi padre falleció de un ataque cardíaco que nadie esperaba.

 

A lo largo de mi vida con mi padre hubo de todo un poco: encuentros y desencuentros, risas y momentos tensos, puntos en común y opiniones diametralmente opuestas en diferentes temas, en pocas palabras fue mi papá y yo su hija con toda la variedad de experiencias y sentimientos que se pueden experimentar en una vida.

 

Al ser mi papá panameño y mi mamá mexicana, hubo muchos momentos en que físicamente no estuvimos juntos hasta que la familia decidió afincarse definitivamente en Panamá por el año 1985, yo tenia 12 años. Siendo de profesión médico, con especialidad en ginecología, sus horarios y tiempos con la familia eran raros, bien podíamos estar en el cine o paseando y recibía llamadas que alguna de sus pacientes estaba en labor de parto y se tenía que ir. Así es ser hija de médico, con esa especialidad y además con un compromiso máximo hacia su vocación.

 

Después del divorcio de mis papás, la vida nos llevó por un camino con muchas situaciones y experiencias difíciles y dolorosas, pero que después de varios años tuvimos la oportunidad de hablar, resolver y perdonar, llegando a disfrutar de una etapa en donde finalmente fueron más las coincidencias, las expresiones de amor mutuo y lo que compartimos que las heridas pasadas.

 

A pesar de la situación actual de restricciones de movilización, mi papá vivía en el interior de Panamá y nosotros en la capital, y que no lo veíamos desde marzo en su cumpleaños, tuvimos la oportunidad de hacer una ultima videollamada en familia horas antes de su partida.

 

Aun así, siempre quedará esa sensación o necesidad de un último café, de otra platica más o de disfrutar de un último beso o abrazo bien apretado, es normal… estos sentimientos ayudan más a llevarnos a un camino de mayor paz y aceptación que aquellos en donde predomina algún tema inconcluso debido a rencores, diferencias no resueltas o cosas que no se atrevieron a decir en su momento.

 

Si en este momento tienes algo pendiente de resolver o decirle a ese familiar, amigo o persona que quieres, y ese algo te provoca sentimientos de incomodidad, rabia o tristeza, no esperes a que el otro dé el primer paso. Cuando sientas un momento de claridad y ánimo da tu ese primer paso, sin esperar nada, sin juzgar la respuesta que el otro te dé, que no quede de tu lado ese “no pude” o “no le dije”.

 

El dolor hay que sentirlo, las lágrimas hay que llorarlas, el cariño, ayuda y consejos de las personas que tenemos a nuestro alrededor es importante recibirlo. No te reprimas de expresarlo ni te reprimas de recibir.

 

Cada quien expresará su tristeza a su manera y esto es una etapa necesaria, cada uno tenemos diferentes tiempos para salir de nuevo al mundo después de esta experiencia, pero eventualmente saldremos. Lo que sí la hará más llevadera es nuestra disposición a aceptarla, entenderla y no revelarse ante un hecho natural de vida que no está en nuestras manos cambiar, ni el hecho mismo ni las circunstancias que lo rodearon.

 

Es un momento en que te llevarás sorpresas de todo tipo, aparecerán personas que ni siquiera esperabas brindándote sus palabras de ánimo y un cariño que te calienta el alma, y habrá otras – de quienes quizás esperabas más – que su reacción la sientas muy fría o que posiblemente no te digan nada. No le des ni busques en este momento por qués de las reacciones, recibe con gratitud todo el cariño que cada persona te dé.

 

Posiblemente se den situaciones en donde otras personas parezcan no entender tu dolor, o que sientan la pérdida con una emoción muy grande. Cada persona que fue tocada por la vida de quien se va, va a sentir su partida y lo va a expresar a su manera y esto nada tiene que ver con tu dolor.

 

Quizás incluso la vida te coloque en una situación en donde tu tengas que ser el soporte a otros aun viviendo tu propio duelo, esto no es fácil, pero ten por seguro que tiene un propósito en tu vida. Parte de ese propósito es ayudarte a reconocer tu fuerza interna que será tu principal y verdadero apoyo. Con seguridad vas a encontrar fuera de ti personas que te brindarán su ayuda y cariño, pero está en ti lograr la capacidad para salir adelante.

 

Uno de los mejores consejos que recibí fue el tratar de descansar lo más posible. Emocional y físicamente es un proceso que demanda mucho, aunque racionalmente no lo sintamos así. Tiene diferentes etapas y cada una te exige al limite de tus fuerzas. En la medida de lo posible aprovecha cada momento para descansar, presta atención a tu capacidad para dormir. En la medida que físicamente el cuerpo pueda ir reponiendo animo y fuerzas podrás enfrentar cada situación que venga con un mejor ánimo.

 

Por último, y aunque suene a cliché, es importante entender que la vida tiene sus ciclos y que todo lo que pasamos aquí, por duro que sea, tiene un propósito que si sabemos reconocer nos llevará a lograr nuestra realización como personas y nos ayudará a crecer internamente.

 

La muerte es parte del ciclo de la vida, personalmente opino que es solo un boleto de regreso a nuestro estado de Luz inicial que es de dónde venimos, no es perder a alguien que se va a un vacío, es despedirse de alguien que continua su camino en otro lugar al cual, eventualmente, todos llegaremos.

 

Por ahora solo me queda decirte a ti que me lees, gracias por acompañarme en esta lectura, desearte un camino de Amor y Luz … y a ti papá ¡buen regreso a Casa!